Francísco Toledo nació en Juchitán, Oaxaca en 1940. Desde muy temprana edad Toledo mostró su habilidad por la pintura. Su papá y abuelo le permitieron dedicarse a las artes plásticas. El primero dejando que Francísco pinte sobre las paredes de la casa y el segundo con sus salidas al campo.

Estudió en la Ciudad de México en la Escuela de Diseño y Artesanías y después obtuvo una beca para estudiar y trabajar en París en el taller de Stanley Heyter. Ganó popularidad durante su estancia en Europa donde tuvo exposiciones en París, Toulouse y Londres. Posteriormente gozó de exposiciones en Nueva York, Oslo, Tokio y Buenos Aires.

Las técnicas de Toledo fueron diversas, desde el colorido de la acuarela y el óleo, hasta el gouache y el fresco. También practicó la escultura en piedra, cera y madera. Tuvo mucha influencia artística de Paul Klee, Marc Chagall y Alberto Durero, pero su mayor inspiración fueron las obras prehispánicas de México, como los códices y símbolos de aquella época. Toledo fue un artista que admiró sus orígenes indígenas y fue un gran promotor de la defensa del patrimonio artístico de Oaxaca.